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Mikael Wiehe

¿Cómo sintetizar la historia de una vida en tres columnas y lograr trasmitir la imagen que uno se ha ido formando durante tantos años?
Mikael Wiehe es uno de esos músicos considerados leyenda porque desde siempre, su música ha sido el reflejo de la historia del mundo y sigue vigente.

Escribir canciones es su manera de enfrentar la vida pero nunca escucha sus viejas canciones porque no quiere estancarse en el tiempo. Quiere estar andando, siempre andando. “Hay una corriente en el océano del tiempo” que lo lleva siempre en búsqueda de lo nuevo. Cumplió 60 y su música sigue siendo joven. Pero Mikael Wiehe siempre ha sido y seguirá siendo un apasionado de los acontecimientos politicos. Su canto es político y nada lo detiene. En mayo de este año 2007, durante la visita oficial de los reyes suecos a Copenhague, criticó duramente desde el scenario las leyes de inmigración danesa, consideradas como las más racistas de Europa. Entre otras cosas dijo: “soy hijo de una sueca y de un danés con apellido alemán. Mi esposa es chilena y su madre es de ascendencia escocésa. Mis hijos tienen además sangre india y española en sus venas.” El se siente baltiqueño y ama su región pero desearía que todos los que quieran establecerse ella sean bienvenidos.
Wiehe se sumerge en la política internacional denunciando con su canto las injunticias de los hombres y los gobiernos. Piensa que hoy es más sabio politicamente pero no ha traicioionado nunca su ideal de igualdad social. No pertenece ni perteneció a ningún partido político, siempre ha sido un observador libre que expresa sus ideas cantando. En 1975 escribió la canción “Stoppa matchen” (Paren el juego) en protesta porque Suecia jugaría tenis contra un Chile en dictadura. Latinoamérica está siempre presente de alguna manera.”Victor Jara”, “Rosa Rosa” son algunos de los tantos títulos de su repertorio latinoamericano.
Realiza más de 100 conciertos cada año de los cuales, un diez a quince por ciento son galas solidarias por alguna buena causa. Almacena las ideas que sólo escribe cuando el alma está madura. Siempre hay que probar algo nuevo y en medio del caos, buscar la belleza. Sus letras son como pequeñas gotas de pensamientos que se quedan prendidas en la mente. Sus textos siguen siendo tan actuales como entonces pero Mikael cree en la bondad del ser humano y cree que alguna vez se va a acabar el egoismo.
Cuando le preguntan si la música puede cambiar el mundo, el responde que muchos libros, muchas películas y muchas canciones han cambiado su vida. “Por lo tanto creo que mi música puede influenciar a otros.”
Muchos músicos nuestros han influenciado en su vida, traduciendo sus canciones al español, componiendo juntos e intercambiando ideas. Los chilenos Julio Numhauser y Malio Salazar, el cubano Silvio Rodriguez, el uruguayo Daniel Viglieti por nombrar algunos. Pero el primer uruguayo que tradujo sus canciones fue Henry Engler, un ex tupamaro que vino a Suecia después de pasar más de 12 años aislado en las cárceles de la dictadura. Lo fascinante de esta historia paralela es que Henry Engler empezó a estudiar medicina a los 42 y es hoy director del Instituto de Medicina Nuclear de Uppsala. La revista Sience ha publicado hace poco uno de sus descubrimientos científicos, quizás el más importantes del año. Pero esta es otra historia. Lo cierto es que Mikael y Henry son amigos desde hace años. ”El tradujo muchas de mis canciones al español y me enseñó a escuchar el tango de verdad.”

Una de las canciones que Engler tradujo es:

Ave Fenix

Sube con anchas alas,
vuela, pájaro inmortal!
Sobre las más altas torres
sobre el campo y la ciudad.
Yérguete airosa de la ceniza, al fin!
de la niebla y el humo gris!
Sube del polvo, de lo que se arrasó,
orgullosa de resurgir!
Vuela majestuosa
por el cielo azul,
al espacio y a la luz.
Sube a las estrellas
busca ese lugar
donde un sueño es realidad.

Entrar en el estudio de Mikael Wiehe es como entrar en su alma. Todo el aire que se respira es música y allí se juegan dolores y alegrías que luego comparte con su público. Ese público que lo carga de energía nueva en cada concierto. Y los jóvenes músicos raperos lo acompañan y se alimentan mutuamente de sus notas.



  Berta Ferreira, Tidskriften Formas i Latinamerika, 2007  

 
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