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Mikael Wiehe, la canción que permanece
Mikael Wiehe, el conocido cantautor popular cumple próximamente treinta años de actuación en la vida musical de Suecia y, a pesar del tiempo transcurrido y los cambios producidos en su país y el mundo, su popularidad no ha decaído. Tampoco a las nuevas generaciones de jóvenes sus canciones le son indiferentes.
Fiel a sus ideas políticas y sociales, y sobre todo a una búsqueda incesante en lo artístico, Wiehe es junto a Björn Afzelius, (su antiguo compañero en el legendario grupo "Hoola Bandoola") uno de los últimos sobrevivientes de una pléyade de músicos populares nacidos artísticamente a finales de los años 60.
Son ellos continuadores de una tradición trovadoresca en Suecia que tiene como máximos exponentes a Carl-Michael Bellman, Evert Taube y Cornelis Vreesvijk. Conocida es la vinculación e influencia en Mikael Wiehe, Björn Afzelius y Jan Hammarlund que ha tenido la música de intérpretes de América Latina en sus trabajos.
En compañía de nuestro colega Walter Díaz responsable de un conocido programa musical en una radio de Montevideo, entrevistamos a Wiehe en su estudio de Malmö.

LIBERACIÓN: Mikael con cuáles intérpretes y músicos de América Latina te identificas más?
 
Mikael Wiehe: Es claro que estoy más cerca de aquellos a quienes conozco. El más cercano es el chileno Julio Numhauser de quien he interpretado temas en sueco. También de Mario Salazar de Chile aunque su música es diferente a la mía.
Cuando fuí a Cuba la primera vez hace ya quince años, escuchamos una noche en el Parque Lenin a un grupo grande de trovadores y a mí me impresionó y gustó mucho Pablo Milanés, que para mí es fantástico y con quien posteriormente realicé actuaciones en Suecia. Mientras que a mi compañero Björn Afzelius le gustó más Silvio Rodríguez.
Me gusta también el uruguayo Daniel Viglietti con quien también realicé turnés en Suecia. Pero para ser sincero, creo que me gustan más los temas suyos más antiguos, aunque reconozco y admiro su actitud de cambio y sus preferencias actuales por temas más sencillos melódicamente.
Hace unos años pude escuchar en una copia muy mala la versión que Viglietti hizo del poema de Circe Maia "Otra voz canta", lo que me inspiró a su vez a escribir mi propia versión sobre el tema de Daniel Viglietti, "Ska nya röster sjunga" (Nuevas voces cantarán).
Recuerdo que el primer contacto con la música de América Latina fue cuando escuché "El cóndor pasa" en España, (en aquel tiempo escuchaba mucho el flamenco) interpretado por un grupo muy bueno, que después se llamó "Urubamba".
La vida tiene muchas casualidades y ella me puso en contacto con América Latina y algunos de sus intérpretes.

ME GUSTA QUE MIS CANCIONES SE CONOZCAN EN OTRAS PARTES
 
L: Has pensado alguna vez en hacer tus canciones en español, para acercarte más al público latinoamericano?
MW: La verdad es que nunca he tenido la ambición de hacer carrera a nivel internacional. Cuando era joven tocaba en París en la calle, igual que Simon y Garfunkel. He cantado en toda Escandinavia, he estado en Cuba, Nicaragua, en Costa Rica, en Chile. Cuando estoy en la escena en otros países, veo que el público no entiende lo que canto; y eso a mí me da poco. Si yo comenzara a cantar en español, no sería más que un extranjero que canta con otro acento que no es el propio, y que en definitiva no consigue trasmitir a quienes escuchan los sentimientos de lo que se canta.
En cambio, lo que más me ha interesado es que mis canciones se conozcan en otros países. Recuerdo una vez que vino Joan Baez a Copenhague y yo pensaba que mi canción "Víctor Jara" era apropiada musicalmente para ella. Entonces comencé a llamar a diferentes hoteles, hasta que pude saber que se alojaba en el Plaza. La esperé y le entregué un disco y una traducción al inglés de mi texto. En el texto había dos líneas, que al parecer no le gustaron a Joan Baez, porque ella se definía como pacifista. Así que eso, al final no resultó.
Aquí en Escandinavia el público y yo hablamos el mismo idioma, pero en cambio mis canciones pueden salir fuera de aquí y cantarse en otros idiomas.
Por ejemplo mis amigos, el uruguayo Henry Engler ha traducido diez canciones mías y Julio Numhauser ha hecho también dos temas míos en español.

MIS IDEAS PERMANECEN INTACTAS
 
L: Mikael comenzaste a cantar en los años 70 y para muchos, tú eres un cantante político. Después de todo el tiempo trancurrido y los cambios que han ocurrido, has cambiado tus textos, tú música?
M.W: Para mí la música en sí misma, no es política. La música puede ser política mediante asociaciones.
Musicalmente he probado diferentes géneros. Desde una suerte de folk rock hasta una especie de música inspirada en la sint-folk al estilo de Peter Gabriel, para volver a la guitarra pasando a una música inspirada en un jazz con base de piano. Me gusta probar con diferentes géneros. En cuanto a los textos, comencé siendo un epígono de los Beatles y de Bob Dylan.
En los textos recuerdo que he procedido, en un principio, de una manera que se podía decir bastante programática donde, en aquellos años -finales de los años 60 y principios de los 70- tratábamos de reflejar lo que acontecía en la realidad. No me preocupaba mucho por mi interioridad, sino por los acontecimientos que nos envolvían. Claro, debe haber siempre un sujeto que mire las cosas con una visión humana. No se necesita, por otra parte, poner en música y versos "El Capital" porque así como está, está muy bien. Cuando han transcurrido ya 25 años de escribir canciones, no me limito en nada y por lo tanto me permito escribir cosas más personales.
Sin embargo, en lo político mis ideas fundamentales permanecen intactas. Las ideas políticas a las que llegué allá por años 71 o 72, no las he cambiado.
A veces sí, dudo en ponerme a hacer análisis políticos de los cuales se deriven consecuencias prácticas que yo no podría asumir hoy. Siento que sigo siendo un extremista de izquierda. No creo en el hombre nuevo en el sentido que deba esforzarse por crear lo perfecto. Siento que a ese hombre, por querer hacerlo perfecto tendríamos que cortarle un brazo, o achicarle o agrandarle en busca de la perfección en sí misma. Hay que aprender a aceptar una cierta imperfección en los sistemas, cuidarse de pensar en una sola solución final y total.
Por otro lado es fundamental que la búsqueda de la justicia y la solidaridad no avasalle los deseos de la gente.
Sin embargo sigo siendo extremista en un punto, de no aceptar este mundo donde la injusticia aumenta y el dinero corre en torrentes de los países pobres a los países ricos. La gente cree que somos nosotros los que ayudamos a los pobres negros, a los pobres uruguayos, a los pobres chinos. En realidad son los países pobres los que nos han enriquecido.

AL FINAL LO EXTRANJERO SE HA VUELTO SUECO
 
L: Qué siente Mikael Wiehe cuando ya es un clásico?
M.W: Bueno, yo he pensado sobre eso, sobre todo cuando ya hemos estado más de 25 años en la vida artística y musical. Björn Afzelius y yo somos los últimos sobrevivientes de una generación.
Pienso que la vida es así y nos pone en un camino que tiene sus diferentes etapas. Al principio uno es joven y se está en el comienzo de una escalera que termina en la muerte. A mi edad existe una cierta institucionalización, eso es claro.
Pablo Neruda, que fue comunista toda su vida, acabó siendo una institución. Desde el punto de vista artístico aunque uno no quiera, se sitúa al fin en oposición a lo que hacen los jóvenes. Porque el mundo cambia y los que tienen 20 años, ven la realidad con ojos diferentes a los que tienen 45.
Pero esas contradicciones son necesarias para ver el mundo con otros ojos. Hay un conflicto generacional también, y no sólo como pensaba antes, únicamente de contradicciones de clase que también existen.
Pero eso es positivo, es bueno. Porque hay un desarrollo que se sigue moviendo por tesis, antítesis y síntesis. Los jóvenes no se pueden vestir como se visten sus papás, o escuchar la música que ellos escuchan; o tener en todo puntos de vista idénticos a sus antecesores.
Pienso que es bueno ese rompimiento generacional y que tal vez los jóvenes tengan que echar a gente como yo, que les pueda estorbar el camino.
Es un poco cínico ésto, pero siempre es divertido constatarlo.

L: A pesar de eso las críticas a tus últimos conciertos de este verano reciente, señalan una presencia de jóvenes que gustan de tus canciones, y de gente mayor que tampoco se canza de escucharte. A qué se debe eso?

M.W: También yo he escuchado a los trovadores mayores: a Olle Adolfsson y Cornelis Vreesvijk, a Evert Taube. De los que yo creía podía aprender.
Actualmente existe una cierta nostalgia de los años 70. Anteayer, por ejemplo, en un concierto había una muchacha de 20 años que tenía puesta una camiseta con el rostro de Che Guevara. Hay en algunos grupos actuales una cierta tendencia de izquierda. Cuando en algún concierto he nombrado al capitalismo se ha escuchado griterías entre el público. Determinadas canciones, siento, permanecen más que otras en el tiempo.
Lo más interesante, y que había olvidado mencionar antes, es que Suecia ha tenido dos grandes trovadores nacionales, Carl Michael Bellman y Ever Taube. En ambos casos ellos tomaron elementos de afuera. Bellman estuvo influido por la música francesa y Ever Taube, que fue marinero y vivió en Argentina y estuvo muchas veces en otras partes América Latina, también tomó prestados música y temas de allá. Lo lindo de todo esto también es que, muchos temas hechos por Börn Afzelius, Jan Hammarlund y por mí, están inspirados en canciones de nuestros amigos de América Latina y se han vuelto al final verdaderamente suecas. Porque en nuestra música hay fuertes influencias latinoamericanas.
Y cuando salgo de gira fuera de Suecia, a esas mismas canciones las siento muy suecas.
Pepe Viñoles, Liberación Cultural, la primavera 1993